From LosTiempos.com 02/06/2003 (contributed by unknown
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La plástica totoreña
VICTOR H. ROMERO
Gracias a que la voz periodística denunció el abandono en
el que se vieron
inmersos los pueblos devastados por el terremoto que años
atrás nos llegó
de sorpresa, en el tapete de la agenda pública (local)
volvió a salir a la
luz el corrupto manejo que se han hecho de los fondos
económicos que debían
estar dedicados a su reconstrucción. Más allá de las voces
que auguran
futuros juicios de responsabilidades a las autoridades de
ese entonces, no
nos queda más que una pausa de reflexión.
En el pasado comentaba que al salón de exposiciones
Gíldaro Antezana había
que cambiarle el nombre, sugerí "La vuelta al Valle"
ironizando con el
campeonato local de automovilismo. Estoy seguro que todos
recordaran que ni
bien uno ponía el pie en dicho salón, se veía rodeado de
paisajes
costumbristas propios del entorno valluno, molles y casas
coloniales hasta
el exceso.
Hoy muchos de ellos han desaparecido y los pocos que se
cuelgan no hacen más
que enmarcar viejas estampas del pasado, los artistas
plásticos han olvidado
el valor que le dieron a sus acuarelas cuando estos fueron
plasmados en sus
lienzos y justamente Totora fue la musa del momento, con sus
callejuelas y
balcones.
¿Qué sucede? Totora ha sido abandonada, ni siquiera
Dyango caminaría hoy por
sus calles arrastrando su ataúd. La realidad es tan triste
que no hace falta
mencionarla, con sólo observar las fotografías que se
publicaron y leer las
crónicas que se escribieron recordando un aniversario más de
la catástrofe,
uno se da cuenta del estado en el que se encuentra.
Lo triste es que la plástica que vivió de ella por mucho
tiempo, no la
recuerda, tampoco hizo mucho por denunciar lo que le pasó,
simplemente se
limitó a retratar una rajadura de considerables proporciones
para hacer
notar con indiferencia su dramático cambio. Sin embargo el
tiempo avanza en
su lenta agonía y los municipios se suman a la utopía del
turismo, cuando lo
único que les queda son restos de un pasado tan glorioso
como el cuento de
nuestras abuelas.
Cabe también mencionar que la culpa no es de unos
cuantos, también del
resto, que no supo y hasta el momento no encuentra los
canales de
conciencia, (entiéndase por discernimiento) para denunciar
(retratar,
reflejar) el tipo de mundo en el que vivimos. Estoy seguro
que no faltará el
"contemporáneo" que critique a la "plástica" de siempre.
Mucho menos quien
no crea en un arte comprometido y valore más la técnica que
el tema.
El pueblo está cansado de que el arte lo olvide y que se
disfrace de
influencias ajenas a nuestra realidad y cuando le toque
mencionar lo
"nuestro" se limite a un falso cliché que no supo decir lo
que el "resto"
quería oír / ver.